Desde su presentación en sociedad por Vodder, la necesidad de resolver patologías relativas al sistema linfático ha conseguido que la citada técnica vaya evolucionando. Inicialmente en función de los descubrimientos sobre fisiología y en los últimos 20 años sobre fisiopatología, erigiendo así al drenaje linfático en una técnica masoterapéutica asentada en una base científica estructurada. Las bases teóricas y conceptuales de las maniobras de drenaje se cimientan en la anatomía y la fisiología del sistema linfático.
Es preferible un conocimiento exhaustivo de la anatomía, la fisiología y la fisiopatología de la circulación de retorno, puesto que permite un correcto razonamiento clínico, para aprender y memorizar protocolos de aplicación de DLM sin cuestionamiento alguno.
Desde que se establecieron las bases teóricas, múltiples estudios han objetivado la eficacia de la técnica. Ensayos sobre humanos vivos así como sobre cadáveres demuestran su eficacia.
En cuanto a los estudios sobre humanos vivos, han demostrado que el drenaje consigue reducir el edema y favorecer la captación proteica, presumiblemente a partir de los conceptos teóricos que afirman que las maniobras de drenaje consiguen variaciones de presión en torno al vaso linfático inicial, tensionando los filamentos de Leak y favoreciendo la captación de líquido y las macromoléculas. Las maniobras de drenaje actúan en ambas etapas de la circulación de retorno: la captación y la evacuación.